Una vez más se vuelve a demostrar sobre la pista y, fuera de ella, quién tiene madera de ganador y quien es un simple muñeco rodeado de suerte y engaños.
Para quien no sepa de que trata este post: Hablo de Hamilton del experto en trampas y embustes, el ser más digno para sentarse sobre las rodillas de Geppeto , solo que este no es de madera y no hablamos de un cuento.
Voy a tratar de ser breve porque, para los que amamos un deporte tan apasionado como es la Formula 1, nos indigna tremendamente tener que hablar de temas tan serios y tan vergonzosos como los que estamos presenciando gracias a este aprendiz de piloto.
Esta vez la cosa ha llegado lejos y es que el chico pretende ser el primero incluso recibiendo sanciones. Digo esto porque acumula un total de seis en el último año (puede dar gracias a la Federación por perdonarle “unas cuantas” pifiadas más) o en otras palabras, a sanción por cada tres carreras… ¡todo un fenómeno! (ironía)
En esta ocasión parece que se le olvidó que en la F1 hay mil ojos que te ven y mil ojos que te graban. Tras la carrera del pasado fin de semana y, tras la sanción injusta a Trulli, los comisarios han demostrado que tanto Hamilton como su equipo han mentido deliberadamente por conseguir un puesto más en la carrera.
Según muestran las imágenes y las grabaciones por radio el equipo sí dio órdenes a Hamilton para que dejase pasar a Trulli mientras circulaba el coche de seguridad, es más, se aprecia claramente como reduce las marchas, algo que no negó en las primeras declaraciones a la prensa inglesa.
Un servidora no recuerda un caso así en la vida. De verdad me pregunto: Después de todo lo visto estos años y, con este arranque del mundial, ¿se merece un piloto como Hamilton un puesto en la parrilla?